El libro flotante de Caytran Dölphin

 

#6

Qué placer imaginar el hundimiento. Ver hundirse los principales museos del mundo, museos que tantos padres hacen recorrer a tantos hijos, a la fuerza, sin mirar, por cumplir el itinerario, sin detenerse en la pieza secundaria –un cuadro menor, un ala rota, el acanto de la columna aislada– que atrae al pequeño forzado. Hundido el Museo Británico, hundido el Louvre, hundido el Vaticano, hundido el Hermitage, hundidos los museos de Historia Natural y los Kunsthalle de Fráncfort, Zúrich, Berna, Viena, Berlín, Colonia. Hundidos los museos de oro de América Latina y los proliferantes museos de Oriente. Hundidos todos. Cada visita una inmersión para que salga a flote el cuadro menor, el ala rota, el acanto de la columna aislada.

 

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