Fragmentos incluidos en la novela y comentados
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#1
Descubrir lo que todavía nadie sabe y ni siquiera sospecha, contener el aliento, como si la imagen de lo visto en secreto cayera en guillotina y cortara en dos, afilada lámina entre un antes y un después. Por el secreto convertirse en dueño y señor de lo visto. Momento de dioses. Momento de luz.
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#2
Cuando alguien cuenta su propia historia ya es otro, y aquel que la cuenta sabe que el otro ha muerto, que quisiera recuperarlo o quisiera olvidarlo, o bien que quien la cuenta es el muerto, y el otro, el vivo pero perdido y pasado, está tratando de devolverlo a la vida a través de un conjuro. Entonces no importa quién habla, quién ha muerto, quién vive y quién escucha. Lo importante es que el conjuro sea pronunciado con las palabras correctas, y que la fuerza que se invoque esté bien conjurada. Con voz firme, abierta, segura de lo que va a desatar.
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#3
Ser una caja de resonancia. Nada quedará pero todo habrá sonado.
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#4
Confórmate con espejismos. No intentes sumergirte en ellos.
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#5
¿Volver? Si nunca estuve, si no pertenecí. No era mi origen sino un sitio de paso. Volver sería pedir hospitalidad en el infierno.
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#6
Qué placer imaginar el hundimiento. Ver hundirse los principales museos del mundo, museos que tantos padres hacen recorrer a tantos hijos, a la fuerza, sin mirar, por cumplir el itinerario, sin detenerse en la pieza secundaria –un cuadro menor, un ala rota, el acanto de la columna aislada– que atrae al pequeño forzado. Hundido el Museo Británico, hundido el Louvre, hundido el Vaticano, hundido el Hermitage, hundidos los museos de Historia Natural y los Kunsthalle de Fráncfort, Zúrich, Berna, Viena, Berlín, Colonia. Hundidos los museos de oro de América Latina y los proliferantes museos de Oriente. Hundidos todos. Cada visita una inmersión para que salga a flote el cuadro menor, el ala rota, el acanto de la columna aislada.
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#7
Cada cuerpo se convierte en fantasma. Una vez que aquel desaparece, lo que queda ardiendo es el nombre. Pero pronuncia el nombre de quien odias o amas, y te darás cuenta que tira de ti. Tu nombre, que no podrá ser pronunciado por el otro, se vuelve fantasma.
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#8
Llamativas, arborescentes, una nube de color que te envuelve. Cuando te acercas a tocarlas descubres que sólo son una ilusión de conjunto, apreciables a distancia, despreciables al tacto, ásperas, enmarañadas, sin perfume, flores sin consistencia.
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#9
Vivimos en una zona de transición.Quien dice que tiene un lugar en el laberinto de los estuarios, apenas tiene un exilio demasiado largo.
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#10
En territorios de fango la única autoridad es la de quien se hunde en él.
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#11
Habent sua fata libelli. No sé a qué destino te lanzo, libro, pero ya te estaba asignado antes de haberte escrito.
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#12
Un gran propósito activa los desvíos del laberinto. Un mínimo propósito los resuelve.
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#13
¿Por qué les importa tanto la realidad? Si todo se hundiera y apenas quedara flotando una máscara, se agarrarían a ella para sobrevivir y la llamarían realidad. Tendrían que ahogarse para dar con algún conocimiento.
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#14
Navegamos en nuestros nombres, trazamos su ruta y la entonación de quien lo pronuncia. Su luz precaria es más provechosa que el deslumbramiento de una explicación.
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#15
Incluso lo que se olvida tiene una última oportunidad: volver como recurso inesperado.
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#16
Aman el cemento, la grava y el hormigón. Cubren la tierra sobre la que viven de paso, creyendo que frenan su avance lento pero voraz. Tan sólo la contienen. No saben, no imaginan que la tierra escapará para cumplir su propósito.
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#17
Ocultan el fuego de los desquiciados como si no existiera, como si fuera fácil negarlo. Suministran sedantes, aletargan o recluyen al extraño en el último rincón de pabellones amurallados, lo alejan tanto del mundo que no puede asomarse a la calle ni a los salones ni al juicio de los demás. Sucia y provisional, la ciudad quiere parecer limpia e impecable. Ridículo escenario para actores de segunda categoría, empezando por mí mismo.
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#18
Flotantes, anclados al viento.
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#19
Embarcarse y partir con un rumbo exacto, atravesando en línea recta las paredes del laberinto.
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#20
Hablamos una lengua de otra época como si al hacerlo ocultáramos un secreto, cuando lo único que hace la lengua es abrazar a los acólitos de un secreto que no existe.
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#21
La palabra brota de lo nombrado y lo recubre. Sana labor de quien no resiste su destrucción. Quien puede resistir, sólo percibe máscaras.
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#22
¿Qué importancia tiene la palabra como para que cada dios tenga una diferente?
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#23
Es lo mínimo lo que desencaja el engranaje del mundo. No es lo fuerte y lo terrible. Para eso resiste el conjunto. Es lo mínimo lo imprevisible.
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#24
Una cabeza grita. Una cabeza de ahogado, por un poco de aire, grita. Otra cabeza calla y respira. Anticabeza.
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#25
Viajar en el tiempo es la forma radical del nomadismo. De alguna manera que todavía no comprendemos, también estamos preparados para resistir el tiempo.
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#26
Quien sale de las aguas no será nunca más quien se sumergió. Conviene tener cuidado. Hay aguas en las que no deberíamos meternos nunca.
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#27
Tenía nombre de pájara. Agitaba las alas de la primera letra de su nombre no para volar y alejarse sino para batir el aire enrarecido en el que vivía.
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#28
Podría tener lo que quisiera y lo sabe, pero V. no busca nada. Espera que las cosas lleguen a ella. En este tener paciencia y contar con la visión para buscar, se enturbia su mente. Su exceso de claridad respecto a lo que quiere es propio de una inteligencia básica, y su paciencia, la única virtud.
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#29
Una escalera cada vez más vestida, pero desposeída de un poder de expulsión: la vigilia.
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#30
¿Hay alguna manera de volver a decir lo que ya fue dicho en exceso? ¿Hay alguna forma de restar énfasis añadiendo palabras de otro rango? Nunca el silencio, sino linderos al silencio.
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